«Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca.» (Ap. 3: 15-16)
Estas breves palabras las quiero dirigir como un necesario y urgente llamado de atención a cada una de las personas que se hacen nombrar “ProVida” y, de manera especial, a aquellos que junto a ese identificativo le suman el ser bautizados católicos.
Me es realmente preocupante (aunque me tomen por irracional) que muchos de estos católicos traten de obviar los principios doctrinales y de la enseñanza de la fe anteponiendo los tales argumentos científicos o biológicos que van en contra del asesinato de niños en el vientre de su madre, creyendo que con esto tendrán chance de desmontar la ola progresista mundial del aborto y sus demás aberraciones que trae consigo, bajo la absurda bandera del que “hay que respetar las creencias” o “debemos evitar que nos tachen de fanáticos o fundamentalistas” y demás objeciones totalmente fuera de lugar.
Para empezar, creo que es más que evidente que cualquier excusa que puedan exponer las abortistas para defender su criminal causa están más que refutadas a estas instancias, cuando los paneles de debate y de opinión llenan los canales de video y blogs por doquier, desde la típica “no se le puede obligar a parir el producto de una violación” hasta la perfidia de “evitar” mal formaciones y la falsa pena de evitar traer criaturas a padecer penurias al mundo. Todas ellas desmontadas por médicos especialistas, letrados en el tema y demás y, sin embargo, eso no detiene el avance de su maquinaria global, manteniendo el aborto como un derecho humano que debe estar presente en cada rincón del mundo sea desarrollado o no.
Por ende, esto solo evidencia que la industria del aborto va más allá de una base científica o de un asidero moral; es más oscuro y déspota de lo que muchos alcanzan a ver enfrascándose en sus “argumentos biológicos”. Lo de los abortistas es un capricho, es una mundana religión fundamentada en los vicios y la libertad desenfrenada nihilista, en donde el placer y el no medir las consecuencias hasta una vez realizado el hecho más allá de los límites es la norma. Liberalismo llevado a su máxima expresión.
Tratar de debatir con solo incluir puntos de ciencia o biología con personas que tienen su alma sumida en la miseria no bastará, sería tratar de derretir un casquete de hielo con una cerilla. Estamos ante una guerra y el arma de la “ciencia” y de los “derechos humanos” es usada también en su lado, después de todo, quienes dictan la base que rige tales aspectos son los mismos organismos internacionales que a antojos modifican, cambian o hasta crean nuevos conceptos con tal de que su industria degenerada avance por todo el mundo. Mercadería del pecado a borbotones.
Y es precisamente ese mismo liberalismo mediocre el que entibia las mentes y corazones de los ProVida buenistas que creyendo que el estar en un punto medio en donde ciencia y biología podrá romper contra todo paradigma alzado por la mafia abortista creyendo que eso conseguirá abrir los ojos de sus víctimas que están cegadas por las garras de la perversión, es una batalla perdida desde un primer principio. Y esa misma tibieza sumerge a los defensores de este movimiento en una ética efímera, siendo incoherentes entre lo que creen y lo que defienden, reducen la lucha en “salvar las 2 vidas” sin comprender que debe ser más profundo que ello. Muchos de ellos no defienden que hay vida desde la etapa de la concepción en la unión celular de espermatozoide y óvulo, permitiéndose el uso y abuso de anticonceptivos nocivos (incluida la PPMS), gozan en secreto de excesos que también hacen su contraparte del pañuelo verde como la promiscuidad, el sexo casual; sendos fornicarios en flagrante pecado que se acuerdan de su catolicismo solo para ganar seguidores en redes sociales. “Sepulcros blanqueados”, les llamaría el propio Jesucristo.
Es por ello que entre los mismo celestes se ven contradicciones de que a partir de qué semana de gestación es ya un crimen el aborto. Estamos perdidos y desintonizados. No se puede defender una causa que por principio es loable si no se es plenamente congruente en tu ser cristiano integral. No se engañen, tanto delito cometen ustedes como las aborteras.
Aunque esto parezca una frase trillada, la lucha va más allá de ciencia: es la pugna entre el bien y el mal. Si la bandera de ellos es la muerte la nuestra debe ser la de la vida en todo el sentido de la palabra, porque ellos están con Satanás y nosotros debemos estar con Dios, no hay otra opción si de verdad queremos tomar en serio esta batalla. Su dogma es el mundo, el pecado y la falsedad, el nuestro debería ser la defensa de la Fe y la Verdad plenas.
La Congregación de la Doctrina de la Fe de la Iglesia es clara referente a este tema: “La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida” (Donum Vitae 1,1).
Esa debería ser nuestra tesis principal y perenne, el resto viene por añadidura. ¿Abortás y no te arrepentís? Te vas a la cárcel y al Infierno. ¿Aborta tanto la que toma PPMS como la que toma Misoprostol o la que fua a la clínica a practicarse uno? Asesinato de un inocente en los 3 casos. Hay que decir las cosas claramente, los malévolos han avanzado con su agenda global a límites insospechados y nosotros queremos seguir llamando a debates que solo sirven como tácticas dilatorias a su favor. Ellos no se preocupan por las cosas que exponen como urgencias que son excepciones mas no la norma, para poder seguirle dando continuidad a su desenfreno aberrante.
Olvídense de ese falso ecumenismo con los pérfidos creyendo que hay espacio al raciocinio cuando el mal brilla en sus ojos, están aferrados a su malicia y con esa actitud solo ayudan a fomentar su propagación. Cada vez que pretendan volver a caer en esa idea, creyendo que argumentar basados en la fe, la tradición y el evangelio, solo recuerden las palabras de Aquel en quien dicen creer: «Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles.» (San Lucas 9:26)
Totalmente de acuerdo con la incoherencia de quienes condenan el aborto, pero aceptan los anticonceptivos e incluso las píldoras abortivas (muchos son, incluso católicos). También se da el caso de quienes no se cansan de repetir que el aborto es un asesinato, pero a la vez no se atreven o de plano rechazan tratar a la mujer que mata a su hijo como lo que es: una asesina. Igualmente estoy de acuerdo que no se debería apelar solo a la ciencia, sino defender primeramente los principios cristianos; sin embargo, en el mundo actual, lleno de relativismo, y donde la ciencia de alguna forma aparece como uno de los pocos lenguajes comunes y que gozan de fama de objetividad (al menos en el imaginario compartido), ¿usar la ciencia en el discurso provida no podría tener al menos una utilidad estratégica? No obviamente para convencer a los abortistas y sus aliados, a esos no los convence ni nuestro mismo Señor Jesucristo aparecido; sino para convencer a la mayoría no fanatizada, ya sea indecisa, o que cree en la licitud del aborto por «moda», influencia de la hegemonía progre o simplemente, por desinformación. Saludos. Miguel Angel Quiroga.
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