Muriendo por la resistencia.

Fue Satanás el primer whig y, por tanto, el primer jacobin, el primer libertaire, el primer feminist, el primer decolonialist, y así fue siendo de todo menos lo que a Ger nunca gustó.

Más que nuestros apetitos.

Somos más que la suma de nuestros apetitos, y nuestros apetitos, sin importar cuán fuerte los sentimos, cuánto nos han moldeado o cuánto hemos sufrido por ellos, no están organizados, ausente la gracia, para nuestro florecimiento.

La violencia no distingue género.

Las feministas han creado una obra demencial para la historia. Paradójicamente, siguen dibujando a la mujer del modo más machista, como el sexo débil, como las damiselas de cristal que sólo pueden ser protegidas por el mismo “macho opresor” que denuncian.