Contra el conflicto de clases.

La burguesía y el capitalismo como los conocemos son síntomas de la división de poderes. No son la atracción principal del parque. El conflicto de clases y el análisis de ahí derivado son simplemente incorrectos. El motor central de la historia es, y siempre será, la autoridad y el poder.

Diatriba a la normalidad.

Por desgracia, hace falta recordar a muchos que esta lucha no sólo involucra a los caídos, a los que sufren en las mazmorras; han olvidado a todos los que nos resistimos a la normalidad y hacemos lo que sea con tal de sentir aún a abril en la piel. La solución a esto está lejos, muy lejos y sí, sigue en nuestras manos, aunque no lo queramos aceptar. Es de los nicaragüenses el problema y solo nuestra es la salida.

Más que líneas.

Ver sin los lentes del sentimentalismo al asunto de la migración en las Américas, aunque desolador, revela las necesidades de nuestras naciones de cimientos inciertos, de historias tumultuosas, llenas de traiciones y suicidios inintencionados, llevados a cabo por jóvenes idealistas.

Una historia de resurrecciones vacías.

Buscar que un sistema que ha demostrado sus falencias ontológicas y que es propenso a la creación de tiranías, nos salve de nuestra inminente desgracia, es una utopía que no se realizará. De seguir con el rumbo que usualmente se transfigura como trágico, podríamos acabar como la civilización que vio nacer a la democracia, completamente extintos o dominados por una potencia tiránica (a como quizás actualmente sucede).