La necesidad de invadir Costa Rica.

Texto de Pedro Senconac.

Y que surja algún vengador de mis huesos…
ahora o más tarde, cuando se presenten las fuerzas.
Costas enfrentadas a sus costas, olas contra sus aguas
imploro, armas contra sus armas: peleen éllos mismos y sus nietos.

Eneida, IV, 625-629

Costa Rica ya no es un Estado con ONGs a cuestas. Es una ONG con un Estado, siempre en sintonía con los designios del poder estadounidense. Su mera existencia al sur del Río San Juan supone una amenaza para Nicaragua y todo lo que es bueno para los nicaragüenses.

La nación costarricense ya de por sí tiene orígenes dudosos, comenzando con su falta de nombre e identidad. Todo lo que los costarricenses consideran suyo en temas de cultura no es más que un pobre reflejo de la nicaragüeidad y lo poco que es suyo lo han erosionado con décadas de gobernanza liberal destructiva.

En el caos que fue la ruptura con el Imperio Español, los criollos hacendados tuvieron poder para hacer y deshacer en sus republiquetas. Nicaragua era mucho más grande en territorio y mucho de lo suyo está ahora en manos de otros. Nuestra división interna evitó que pudiéramos recuperar lo nuestro, pero aún tenemos una deuda pendiente en Guanacaste, cuyo agravio amerita una anexión total que servirá también para el bien de «los ticos».

Alejados del caudillismo propio de las naciones hispanas, los gobiernos de Costa Rica han permitido barbaridades que harían vomitar al mismísimo Figueres Ferrer, el arquitecto de la Costa Rica moderna. Los últimos años han visto a los territorios al sur de Nicaragua adoptar las agendas principales del imperialismo estadounidense, evidenciando el estatus de protectorado de esos tristes territorios.

Costa Rica es un hervidero de sodomía, feminismo, etnonarcisismo negro y transexualidad, lo que termina salpicando a Nicaragua. Para defenderse, Nicaragua debe atacar con fuerza, reestructurar e integrar esos territorios de modo que la «identidad costarricense», servicial a intereses hostiles, desaparezca diluida en la Nación Nicaragüense.

No debemos olvidar tampoco que Costa Rica fue albergue de sandinistas y otros subersivos en tiempos del somocismo. El grupo de los doce, los altos mandos del Frente Sandinista y sus milicias armadas, compuestas de comunistas de todo el mundo, se refugiaban de la Guardia Nacional y se coordinaban en Costa Rica con conocimiento y consentimiento del gobierno costarricense.

Gente venía y cruzaba la frontera para saquear, hurtar e incendiar granjas. Luego de la violencia y el terrorismo, los perpetradores huían apresurados hacia su santuario en Costa Rica. La evidencia presentada, la documentación brindada a los miembros de la OEA, los miedos y preocupaciones que expresamos no sirvieron de nada. Concluimos que aquel no era un esfuerzo judicial, sino que representaba maquinaciones políticas. Debe entenderse que la fuerza motriz en estas maniobras políticas era los Estados Unidos. (énfasis nuestro)

Anastasio II, Nicaragua Traicionada (p. 125)

Costa Rica mintió sobre estos hechos, lo que el gobierno nacionalista denunció, pero ninguna instancia internacional sancionó a Costa Rica por sus violaciones a la ley internacional. Junto a los gobiernos de Venezuela, Panamá (otra nación de dudosos orígenes) y Estados Unidos, el pérfido Oduber y Carazo, su sucesor, coordinaron en la Organización de Estados Americanos el aislamiento diplomático del gobierno nacionalista de Nicaragua.

Cuando llegó el momento, el ejército de bárbaros que llevó a cabo la ofensiva final del sandinismo contra Nicaragua partió desde Costa Rica. La llamada «Junta de Reconstrucción», presidida por el mismísimo Daniel Ortega, salió de Costa Rica en un avión para proclamar a León la primera capital de la revolución.

El propio Anastasio II admitió que «si hubiéramos destruido a los comunistas en la frontera con Costa Rica, lo más probable es que nuestra nación todavía estuviera intacta». Ahora que los mismos guerrilleros que nos gobiernan han admitido que Costa Rica los escudó es que podemos confirmar que la Guardia Nacional no debió parar en el Río San Juan.

La derrota de los invasores demócratas en Afganistán y la maniobra rusa contra el satélite imperial ucraniano nos han mostrado que la paz del Consenso de Washington y el poderío atlanticista son desafiables y vencibles, tigres de papel incluso.

El espacio vital nicaragüense debe ser asegurado. Las deudas históricas que la república del sur tiene con Nicaragua deben saldarse por la fuerza. Muy cómodos han crecido como lacayos del núcleo imperial, muy cómodos saboteando el ascenso de la Nicaragua nacionalista por demasiado tiempo, muy cómodos acogiendo y potenciando a nuestros subversivos.

Deben, además, ser castigadas sus élites por su pervesión y su crueldad contra los nuestros, de tal modo que el pueblo nicaragüense en el sur pueda reconciliarse con el del norte en una sola unión perfecta. Quien tome esta cruzada como suya será inmortalizado en la historia de Nicaragua.

Un comentario sobre “La necesidad de invadir Costa Rica.

  1. Vaya burrada, con razón los ticos los odian y muy merecido. Costa Rica y Nicaragua son provincias rebeldes de la gran republica de Centroamérica, basta ya de esta pelea estúpida entre Centroamericanos en especial de nicas contra ticos viendo que los últimos son los que los reciben y les dan de comer y uds los quieren invadir, asqueroso comportamiento. Lo que importa es la unión en C.A, no más separatismo.

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