El negocio del progresismo en Nicaragua.

Politizar la tragedia es ya una costumbre en la cultura política nicaragüense, cualquiera sea la forma de los actores específicos que la habiten. Pero, ante todo, es una costumbre prácticamente opositora a estas alturas; con esto no quiero decir que sólo la oposición lo haga, más bien trato de resaltar el hecho de que los opositores lo han sabido hacer mejor que nadie, en virtud de tener el control de los medios de comunicación y el apoyo de múltiples centros de Poder ya acostumbrados a la manipulación del discurso, pero esto lo expandiré más adelante.

El caso de las feministas es de especial interés, porque es uno muy didáctico, y ya todos lo conoceremos. Se trata de un ciclo que principia con el asesinato de una mujer a manos de un varón. Esto propicia un escándalo digital; se movilizan las colectivas por todos los ciberespacios, reparten eslóganes; cuentan sus experiencias las muchachas y muchachitas, empieza así a leerse lo común: «tengo miedo de salir a la calle», «me da miedo vivir en este país», «Latinoamérica es una fosa común de mujeres y niñas»; a veces incluso salen y hacen un plantón, un performance, y así hasta que, luego de un par de días, todo regresa a la normalidad. Probablemente el asesino haya sido condenado a un par de años que no va a cumplir, y ese es el reclamo que pudiese decirse es justo, pues va en contra de la formalidad establecida por el centro social, en contra de la historia moral de la comunidad, en contra de la homonoia.

Uno pudiera pensar que estas muchachas se elevan en contra de la injusticia, dándoles nobleza, pero no es tan sencillo. Volviendo al asunto de la politización de la tragedia, lo cierto es que estas muchachas no están haciendo lo que hacen por luchar contra alguna injusticia. No están los cadáveres fríos todavía cuando ya podemos ver y oír, junto con sus muy trágicas y, estoy seguro, para nada exageradas experiencias de miedo al varón, los reclamos de políticas específicas: necesitamos re-educar a la población masculina; necesitamos «alfabetización moral»; necesitamos aborto; necesitamos nuevas masculinidades; necesitamos revolucionar la sociedad hasta dejarla irreconocible, etc.

Figura 1. Infografía feminista enumerando los feminicidios y los huérfanos que dejaron. Nótese el tamaño del número 485 en comparación con el resto.

Estos reclamos hacen parecer que nos enfrentamos a un problema de dimensiones catastróficas. Si bien es verdad que un asesinato es algo horripilante que no debería pasar, igual pasa de tanto en tanto porque no vivimos en un mundo ideal donde todo el mundo es un santo. En tal caso, tenemos que analizar la cuestión de este tipo de crimen según criterios cuantitativos pues, si bien es cierto que eliminar el crimen en su totalidad es el objetivo de cualquier Estado, tal cosa es muy general; no se puede acabar con el homicidio, al menos no en una sociedad llena de tantos otros problemas.

A lo que voy es que, para que se pueda dirigir una cantidad enorme de recursos, y para que sea viable el prospecto de una reforma total de un sistema, debe existir una crisis de un tamaño considerable que ponga en peligro la existencia de toda la estructura. Los asesinatos de mujeres, al menos en Nicaragua, no han probado ser tal cosa. Son tan pocos que las organizaciones feministas tienen que contarlos por las décadas para poder hacerlos ver amenazantes. Pero siendo igualitarios, los asesinatos de varones, varias veces mayores en número, no son una preocupación para nadie. Ni para las organizaciones «de la sociedad civil», ni para las fuerzas que luchan contra su principal causa: la inseguridad. Así que no, amiga feminista, no tenés por qué tener más miedo de que te mate tu hermano, tu padre o tu novio, porque estadísticamente hablando, es más seguro que te mate un carro a que lo haga un varón.

Figura 2. Homicidios intencionados en Nicaragua entre 2006 y 2016, incluyendo aquellos en los que la víctima fue un varón. Fuente: Datosmacro.

Claro que contar los números no es lo único que hacen las organizaciones feministas. Enfocan los casos, los elevan con la colaboración de los medios, y los pintan como una suerte de epidemia, un genocidio inclusive. La mente humana responde mejor a las historias que a los datos brutos. Por esto, parece que nadie con influencia se ha detenido a poner en perspectiva estos números, y como los desarrollos discursivos nacen de la autoridad, nadie ha podido ni querido notarlos, pero ello no los hace menos veraces. Y esto ocurre, de nuevo, a costa de las víctimas, quienes en muchos casos sí se encuentran en un ambiente de impunidad propiciado por las negligencias del sandinismo.

¿De dónde viene esta «campaña» de agitación aparentemente descentralizada? No es difícil de ver. Se trata de un conglomerado de organizaciones no gubernamentales y medios de comunicación «independientes» que apoyan tácitamente los movimientos de varias «colectivas» y colectivos de activismo político, todos asociados a una ideología progresista cuyo origen puede trazarse a las universidades estadounidenses, y que llega a Nicaragua a través de la Universidad Centroamericana, las redes sociales y la importación masiva de cultura estadounidense, producto de una ingenua política de apertura y optimismo para con los Estados Unidos, originada en el somocismo—que la pagó caro—y reestablecida luego de la última guerra civil por el gobierno de los liberales, para ser continuada por el sandinismo.

Figura 3. Detalles del proyecto Managua Furiosa. Fuente: https://rsr.akvo.org/es/project/8393/#summary
[Archivo: https://tinyurl.com/MFPCF ]

Más interesante aún es la cantidad de lazos que existen entre estas organizaciones y las fundaciones filantrópicas de los Estados Unidos y Europa. Por poner un ejemplo, Managua Furiosa, un medio abierta y profundamente progresista, por ende también feminista, que, en medio de su promoción de asuntos y producciones culturales, hace también difusión de la «diversidad sexual«, promueve la rebelión en contra de las autoridades a través de producciones audiovisuales, y en general se opone a las raíces de la sociedad nicaragüense, tildándole de «racista», «machista», «colonialista», y demás epítetos, fue financiado por el Prince Claus Fund, una filantropía neerlandesa. Esta organización, apoyada por el Ministerio neerlandés de asuntos exteriores y «otras corporaciones» (según su sitio web), se dedica a elevar proyectos de esta índole en países como el nuestro. Managua Furiosa, en particular, recibió 150 000 euros de parte de la fundación.

Figura 4. Perfil de los proyectos de Hora:Cero y Confidencial en el sitio web del IJF. [Archivo: https://tinyurl.com/CHCIJF ]

El origen del interés de una fundación neerlandesa con apoyo de su Estado en los asuntos culturales nicaragüenses me es desconocido. Lo que sí sé es que ellos no son los únicos, ni los que más dinero han otorgado. Es ya de dominio público que Confidencial, otro medio digital, y este de mayor importancia geopolítica, ha recibido apoyo considerable de la Open Society Foundations, pero no voy a señalarlo demasiado pues la mera mención de la fundación de Soros ya es motivo para que muchos traten estos hechos como «teorías de conspiración». No es tan difícil encontrar al otro tutelar de Confidencial: el International Journalism Fund, fundado por la Seattle International Foundation de los Estados Unidos, mismo que también brindó financiación a Hora:Cero, con el propósito de «apoyar un proyecto de investigación sobre las élites políticas [nicaragüenses]», según su sitio web.

En otras palabras, existen en Nicaragua organizaciones cuya finalidad es investigar a las élites locales en nombre de otras organizaciones extranjeras, muchas de las cuales reciben también fondos de los gobiernos en los que habitan. En otra época esto era llamado espionaje y sedición, pero supongo que, como no nos gusta el gobierno actual, todo abuso a la soberanía está justificado, ¿verdad?

Desearía poder acabar aquí, pero no. Faltan dos peces gordos: Invermedia—responsable de publicaciones como La Prensa y Niú—y el Instituto de estudios estratégicos y políticas públicas (IEEPP), encabezado por Félix Maradiaga. Ambas organizaciones recibieron fondos considerables de una filantropía llamada National Endowment for Democracy. Esta fundación fue creada en 1983, a iniciativa del Congreso de los Estados Unidos, para financiar proyectos que promoviesen políticas liberales (o sea, progresistas) alrededor del mundo.

Figura 5. Detalles sobre las subvenciones otorgadas al IEEPP por parte del NED en 2018. Fuente: NED Grant Search.
[Archivo: https://tinyurl.com/IEEPPNED ]
Figura 6. Detalles de las subvenciones a Invermedia por parte del NED. Ibid.

El hecho de que ambas organizaciones, supuestamente imparciales, se vean beneficiadas por esta organización cuyos criterios de selección para sus subvenciones son motivados claramente por la ideología, dice mucho, y más hablan los números: en 2018, el Instituto de estudios estratégicos y políticas públicas de Maradiaga recibió 153 000 dólares por parte del NED. El apoyo a Invermedia fue ligeramente menor, unos 144 430 dólares otorgados entre 2017 y 2018 en dos subvenciones.

En total, el NED ha invertido 4 444 006 dólares en la promoción de proyectos progresistas en Nicaragua, todo en el periodo 2016-2019. Una lista detallada puede encontrarse, de nuevo, en su página web. Nótese que estas son sólo un par de organizaciones trabajando en Nicaragua. Por fortuna han resultado ser transparentes, o más bien están orgullosas de lo que hacen; bien podría haber más de las que no sabemos, actuando de manera informal bajo el radar del gobierno, o bien a beneplácito del mismo, como Ixchen.

Si bien cabe la posibilidad de que el NED, junto con el IJF y las demás fundaciones involucradas en la liberalización de la sociedad nicaragüense tengan buenas intenciones y hagan lo que hacen por motivos altruistas, lo cierto es que, detrás de todo el bien que puedan hacer, traen consigo una mentalidad inherentemente colonial y destructora de los valores propios de la nicaragüeidad, llegando a poner en duda que tal cosa exista. Por ello cualquier discurso que se diga opositor a la injerencia debe enfocarse en sus actos tanto como en los del gobierno, pues ambos afectan a toda nuestra sociedad de manera significativa.

La teoría política que ya hemos explorado anteriormente en Albarda ve a esta proliferación de organismos, y a su excéntrico interés en los asuntos de una pequeña y problemática nación de Centroamérica, como una señal de un proceso de centralización a escala global, que socava el poder de las naciones en la periferia de los Estados Unidos y las encamina, a través de estos mecanismos indirectos de subversión, hacia una convergencia cultural, económica y política. Tal mecanismo se vislumbra en un consenso ideológico entre organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación y universidades, mismo que Mencius Moldbug bautizó como «la Catedral», y cuya naturaleza describió a detalle el teórico Chris Bond en su libro Nemesis. Dicho consenso invariablemente empuja la naturaleza del discurso en una dirección más progresista, más «liberadora», pero también más estadounidense en origen.

En Nicaragua, la Catedral existe como un poder dentro del poder, actuando en los espacios que el gobierno le deja por su propia incapacidad o indisposición a la hora de mantener su hegemonía cultural. Sus principales centros de Poder son los siguientes:

  • La Universidad Centroamericana, porque al tratar de elevarse entre el resto de universidades, y al tener como estándar de calidad a las universidades estadounidenses, sirve como un motor muy eficaz para la maquinaria de poder progresista, y lo más cercano a un centro, tanto real como simbólico, que tiene esta red.
  • Invermedia y Promedia; más específicamente el diario La Prensa, porque, por lo menos desde la época del somocismo, ha ido socavando la capacidad administrativa de los gobiernos nacionales a través de su actuar periodístico y de su línea editorial progresista no admitida. Confidencial, a efectos prácticos, puede considerarse como una extensión de La Prensa.
  • Entre otras, la Articulación de Movimientos Sociales, porque aglutina a una cantidad considerable de organizaciones no gubernamentales en sintonía con los designios de la Catedral, o sea, de la estructura de poder progresista.

Es de estas organizaciones que surge la agitación, no sólo alrededor del feminicidio, sino también en forma de reclamos liberadores, de peticiones jacobinas y de llamados a la democratización. Por consiguiente, debemos descartar sus afirmaciones de representar los intereses del pueblo, a como lo haríamos si vinieran del sandinismo. Es sólo así que podemos vislumbrar mejor sus estrategias, como el uso de la muerte para avanzar su agenda o la convocación de protestas a sabiendas de la agresión gubernamental hacia estas.

Ante todo, esto nos debe hacer reflexionar sobre las alternativas políticas, y sobre el rumbo que queremos que tome el país. Un vendepatria rojinegro no es muy distinto a uno naranja, por mucho que se pinte de azuliblanco y cante el himno nacional. Eso hemos de recordar.

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