Se quedaron.

No es mi fin romperles su «vandálico corazón» ni empeñarme en ser un «frío divisionista». De por sí ya tachan a cualquiera de infiltrado. Yo simplemente quiero apelar a su perspicacia e inteligencia, a que tomemos de una vez juntos este trago amargo: Nicaragua continuará raptada por los infames.

La insurrección de abril -con sus luces y sombras-, nos demostró que (como siempre ha sido) la mayoría de este país odia con sus entrañas al sandinismo. Luego de casi 12 años de corrupción y ultrajes contra toda una Patria, la presión no era ya soportable. Lo inevitable ocurrió.

Pero como un verdadero estallido espontáneo y escalado, producto de la indignación que nos embargaba el ser ante tanta la crueldad de arbitrariedades legales y brutal represión, resultó ser insostenible en el tiempo. Los heridos, muertos, presos, toda esa sangre derramada desde el día uno, sólo evidenciaron que los Ortega-Murillo, junto a su séquito estaban dispuestos a hacer lo que fuera con tal de no ceder ni un sólo espacio de poder y autoridad. Los frentes de batalla siempre fueron asimétricos. Eran puños contra balas. Nada podía salir bien.

El tiempo (después de veinte meses) nos ha venido demostrando que el tal «¡Vamos ganando!» era un mito susurrando un falso triunfo. Nos rehusamos a reconocerlo aún cuando el fusil apuntaba nuestra sienes. Y es que el poder, queramos o no, aún lo tienen. Es irremediable.

Por ello, es justo y necesario que asentemos cabeza y nos demos cuenta de que no hay salida pronta a esta situación. No quisimos escuchar sus claras amenazas de que, si volvían, no se irían, allá en pleno año 2000. Los dejamos volver y he aquí las consecuencias. Sí, se quedaron.

En base a eso y analizando a detalle cómo ha venido hilando el Frente, junto a su decrépito líder, sus tácticas tiránicas no sólo de represión, sino también de propaganda e ingeniería social, he vislumbrado tres escenarios futuros y, tristemente, en ninguno de ellos nos libramos de su yugo.

Estado militar (y paramilitar) permanente.

En el primero de los escenarios, no veo por ningún lado ese cuento que se tragan muchos de que esto acaba sí o sí en 2021 (me sigo preguntando cómo es que aseguran tal locura) y es que esto está claro. Las Fuerzas Armadas están completamente del lado de su cabecilla.

Me es realmente chocante escuchar a gente repetir la frase «un dictador está derrotado cuando sólo tiene al ejército en las calles». Es exactamente lo opuesto. ¿Cómo vas a minimizar a las fuerzas armadas de esa manera? El poder político sale de la punta de un fusil. Ni siquiera he de recordárselos, basta con ver cada rincón de Managua, denotar la presencia constante de policías y paramilitares. Esto no dejará de pasar de la noche a la mañana simplemente porque sí. Los agentes que pudieron detractar de sus filas ya lo hicieron. Quienes quedaron son los más fieles, los más influenciables o los más aterrados. Ya no le darán la espalda, sea por convicción y adoctrinamiento o por miedo y amenazas, quedan de su lado al fin.

En este primer escenario vislumbro que Daniel aumentará su militarismo gradualmente (a como ha venido haciéndolo) y se sostendrá en él mientras mantiene a sus bases hipnotizadas a base de populismo y retórica sórdida, efectiva para adeptos. El castrismo nacionalizado con paramilitares en las calles que venimos sintiendo iría para largo, estando los poderes del Estado dominados por ellos, sin ninguna garantía de cumplir «acuerdos». Es mentira que esta gente va a permitir las tales elecciones «limpias, transparentes y observadas», ¿bajo qué contrapeso? Si no cumplieron acuerdos en plena mesa de negociación, menos en un estado de recuperación de poder y reorganización. Es un mal chiste. Los fraudes seguirán, los amaños le garantizarán la victoria en 2021 y más allá. Una «Oposición» débil y casi inexistente no logrará siquiera meter las manos. Se les está burlando desde ya en la cara. Todo desencadena en un Estado totalitario de facto, informal. Y eso con marchas y pegar cuatro gritos en defensa de la cuerpa no se quita.

Traspaso lineal de poder.

Como un segundo panorama observo también un cambio de cara a las filas del sandinismo que garantice la permanencia de los centro de poder concentrados en la familia Ortega. Este escenario incluso puede verse como continuación del primer escenario; no son mutuamente excluyentes.

Daniel no tarda en «estirar los tennis» (como se dice popularmente) y sus secuaces inmediatos van por esa misma vía. Ante una imprevista muerte, ni la Rosario ni Gustavo Porras cuentan con la suficiente vitalidad como para aguantar mucho tiempo en el poder y, así mismo, bajo la fachada de sistema democrático que quieren seguir aparentando, se verán obligados a convocar a elecciones pronto y es aquí donde entran los hijos de los desventurados. ¿Acaso es una simple cortina de humo el repentino proselitismo de J. C. Ortega? Hay que ser bien ingenuo para creer que esto se trató de un simple desvarío producto de los efectos de las drogas. Su puesta en escena es una clara maniobra orquestada desde el Carmen. Están asegurando el terreno desde ya; sea para 2021 o para después, pero ya tenemos heredero.

Esta estrategia va sin duda con doble propósito. Ante la mala imagen internacional que se ha ganado el Frente, necesitan un propicio «lavado de cara», ir remodelando su agenda para adaptarse más y mejor a los requerimientos del establecimiento, esa nueva izquierda global y trans-nacional. Será una transición plena al nuevo liberalismo porque el antiguo Frente, con su desvencijada verborrea anti-imperialista soviética, ya no agrada, es obsoleto. Por eso Juan Carlos viene al rescate, le trae nuevas dosis que harán sensación al sandinismo una vez más en el mundo. Eso Daniel ya no lo puede hacer. No hay Reagan al que hacer ver rojo.

Adoptando las agendas que exigen las entidades subversivas: aborto, sodomía, eutanasia, legalización de drogas, etc. Toda la degeneración que hasta cierto punto el sandinismo clásico negó por mantener dentro de su proyecto al campesinado conservador y religioso, vendría integrándose al discurso dadas, lo que dejaría sin propósito a los «verdaderos» izquierdistas que pululan en las redes sociales, los cargos de la oposición y la prensa «independiente».

¿Qué el Sandinismo no es permeable? Son Izquierda, camaleónica y astuta. Tienen que plantarle cara al MRS, al AMS y a la UNAB, jugar a su propio juego. Después de todo, los «cooperadores» son los mismos. Con tal de mantenerse a flote el Frente se venderá aunque se prostituya su identidad.

Y sí, Juan Carlos no se vende como FSLN, pero su «Movimiento Sandinista 4 de Mayo» ara el camino ante un Frente que tiene fecha de vencimiento. Ese tal «Orteguismo sin Ortega» es una baba de los viejos militantes que romantizan la revolución. Esto será «Sandinismo con quien sea».

¡Váyanse! (pero vuelvan cuando quieran)

Como último escenario tenemos al que inconscientemente apuestan muchos, «con tal de quitárnoslo de encima». Nada más alejado de la realidad. Será nuestro peor error si apostamos a eso.

Ante la posibilidad de que los Ortega-Murillo «cedan» y opten por salir de Nicaragua, pero teniendo claro que las FF. AA., turbas, militantes y fanáticos seguirán añorando a sus líderes, se respirará aquí un ambiente letal similar al de los 90, sólo que ahora será un «vamos a gobernar desde afuera».

Es un hecho que no accederán a esta opción por buena voluntad. Surgiría probablemente ante una pérdida cuantiosa de capitales y la aparición de una alternativa que les permitiera salvar algunas de sus múltiples inversiones. Optando por «calmar las aguas» justificarán su salida, pero no sin antes pedir concesiones, las cuales implicarían -por supuesto- amnistía y conservación de capital, que no será sino otra piñata sandinista.

La «Oposición», endeble y permisiva, en su falsa sed de «libertad», le dejarán cumplir sus caprichos y sólo estará abriendo la zanja ante un fortalecimiento desde el exterior.

Este escenario me recuerda a la situación de Argentina con el regreso del Kirchnerismo. Ante una justicia incompetente que no fue capaz de detener y apresar a una delincuente como lo es C. F. K. Ella aprovechó la propaganda de los medios internacionales para pasar de victimaria a víctima, burlar las acusaciones y juicios y ser ahora, increíblemente, la (vice)presidente del país. Así de sórdidos y oportunistas son los políticos izquierdistas y los sandinistas no serán la excepción, acaso innovarán en el campo; no sabemos.

Por supuesto, Daniel o la Rosario no serán quienes hagan semejante hazaña, pero sus hijos sin duda estarán más que listos. ¿Quién detendrá a un Juan Carlos o a un Laureano armado con un discurso populista desde el extranjero, atacando a los «gobernantes» de turno mientras le ofrecen cielo y estrellas a los nicaragüenses de a pie? Su colega Morales parece que quiere tomar ese camino. Con todo el dinero que seguirán teniendo, desestabilizar el país con sus turbas mientras culpan a la inoperancia gubernamental será pan comido; regresarán victoriosos al paisito y en sus narices los verán resurgir más fuertes y más vigorosos que antes. Toda una historia novelesca será palpable. Además, de estar el sandinismo naranja gobernando (sus viejos aliados), no tendrán moral ni fuerzas para detenerles, hasta puede que se hermanen, viendo lo fácil que les es olvidar la sangre derramada. Izquierda no mata izquierda. ¿»No pasarán»? ¡Ja!

Estos escenarios no quieren ser ninguna premonición, vaticinio o pronóstico cuentista como muchos que los veían caer en julio del 2018, afirmando que Avilés asumiría la presidencia ante un… ¿golpe de Estado? Esas son historias de trasnochados, mitos y leyendas.

Por mi parte, con esto sólo quiero enseñarles y que se den cuenta dónde estamos parados como nicaragüenses. Es una dura y nefasta realidad, pero es lo que hay. Sólo nos queda asumir nuestra cuota de responsabilidad en esto y ser coherentes. Es nuestra Patria la que está en riesgo. Sangre nuestra, tierra nuestra.

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