Un manifiesto político para la resistencia nicaragüense.

El problema de estar todo el día hablando de autoridad esto y orden aquello es que no es tan evidente lo que se quiere hacer en realidad, abriendo así paso a un montón de interpretaciones de lo que uno pueda decir. Para contrarrestar esto, quiero elaborar un poco sobre las propuestas concretas para mejorar Nicaragua. Inspirado en Ortodoxia de El reaccionario y tomando como formato la Letter to France publicada en Social Matter, me puse a la tarea formular una serie de puntos para sacar a este país de la miseria.

Estos puntos son mis puntos, no necesariamente los de los otros autores que escriben para Albarda y son, evidentemente, fantasiosos. En un mundo ideal, todos los nicaragüenses dignos ya habrían aplicado un programa similar hace mucho y este país no estaría como está. Pero no vivimos en un mundo ideal, así que nos toca soñar. No es malo saber adónde queremos ir, sí.

Va así, más o menos:

Este plan no funciona sin el ejército. Los elementos más sociales del movimiento restaurador nicaragüense se van de tapis un par de veces con el General Julio César Avilés y se ganan su simpatía y la de sus subordinados. Luego de unas pláticas esclareciendo asuntos menores, el 19 de Julio del 2019 el ejército de Nicaragua ejecuta a Daniel Ortega Saavedra y a su mujer en la Plaza de la Revolución Restauración, a la vez que apresa a todas las personas relacionadas con la vieja estructura de gobierno y con los altos mandos del Frente Sandinista de Liberación Nacional y del Movimiento Renovador Sandinista.

El ejército entonces declara, a través de un portavoz en cadena nacional, la abolición, no sólo del Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, sino también de la República de Nicaragua. La cabeza del gobierno es el General Avilés hasta que Anastasio Somoza Portocarrero (Anastasio III en adelante) asuma el control. Todos los medios -prensa, televisión, radio, etc.- son puestos bajo supervisión (o, de ser necesario, control) militar y todos los partidos políticos son declarados ilegales al abolirse la Asamblea Nacional. Ya fue suficiente bacanal.

Todas las fronteras del país son selladas mientras el ejército lleva a cabo una campaña de limpieza a nivel nacional: todos los paramilitares son desarmados y apresados, reducidos si hace falta; todas las instituciones remanentes del viejo orden que no se adhieran al nuevo son reducidas a cualquier costo. La amenaza de un ejército bien nutrido y el desgaste del viejo orden hacen a esta operación más sencilla de lo que pueda parecer. El ejército de Nicaragua es igualmente reformado: la Guardia Nacional de Nicaragua vuelve a constituirse como único cuerpo armado de la nación, sirviendo de policía bajo el nombre de Constabularia.

La soberanía es prioridad número uno, no limitándose esta a las fronteras, sino también a dependencias intelectuales, comerciales y financieras. Siendo que Nicaragua es una colonia de un imperio mayor, todos los lazos son cortados. Una Nicaragua más saludable y digna será capaz de reinstaurarlos en el futuro bajo mejores términos.

Debido a los crímenes del antiguo régimen sandinista que pretendía perpetuarse en el poder degenerando a nuestra población, es imperativo importar gentes más laboriosas al país como inyección de vitalidad. Ofertas de asilo son otorgadas a los bóers de Sudáfrica, así como a europeos abandonados por sus gobiernos xenófilos y a americanos en una situación similar. Servirán de ejemplo y de nueva nobleza una vez asimilados. Los que resulten incluso más incivilizados que las víctimas de los proyectos disgénicos del régimen sandinista serán deportados o internados en campos de no ser aceptados de vuelta en sus viejos países o en los Estados Unidos. El internamiento no es un castigo y no se volverá uno, pero Nicaragua se reserva el derecho de admisión.

Todos los empleados públicos del viejo orden son considerados sandinistas hasta que se demuestre lo contrario y son despedidos con ciertos beneficios. El gobierno reducirá todo gasto innecesario para perpetuar la reconstrucción nacional y funcionará con militares y guardias somocistas retirados traídos de Miami como guía. Cuando se desmilitarice el gobierno, cualquier experiencia con el viejo orden, exceptuando al ejército, será motivo de rechazo en cualquier solicitud de empleo. El proceso de desnazificación alemán es un buen modelo para este punto.

Nicaragua es una nación católica. Por desgracia, la Iglesia católica está infestada de comunistas. La Sociedad de San Pío X es la sucesora legal de la Iglesia católica nicaragüense. Todo clérigo afiliado al Novus Ordo es sandino-comunista hasta que se demuestre lo contrario y es inmediatamente privado de toda sus funciones en el territorio.

Todas las instituciones educativas, desde el preescolar hasta la universidad, pasan a manos de la Iglesia; se le transferirá así mismo la propiedad de todos los medios de comunicación. La libertad de expresión no es infringida. Los sandinistas pueden seguir siendo sandinistas e intentar propagar su ideología a otros adultos, pero su doctrina no será tolerada ni mucho menos representada en ninguna institución del Estado. Un Estado sin una doctrina centralizante como el catolicismo es inviable. El protestantismo resulta demasiado extranjero para nuestros propósitos; muy servil a intereses sionistas.

Todos los valores nicaragüenses en el extranjero son cancelados. Todo comercio se establecerá en oro. Ningún bien manufacturado entrará al país sin autorización del soberano. El internet queda limitado a la Iglesia y al soberano. Sólo el nuevo gobierno exportará y es a Estados Unidos -el imperio- por tres razones: vender productos nicaragüenses, comprar minerales estratégicos y negociar asuntos externos con Naciones Unidas; cosas como derechos marítimos, contaminación atmosférica, protección a aves migratorias o defensa contra asteroides.

Todas las ONG, organizaciones filantrópicas, fundaciones, etc., son transferidas al Estado para su liquidación. Así mismo, la estructura que les permitió actuar, la oligarquía financiera moderna, quedará desmantelada en Nicaragua.

Muchos nicaragüenses consiguieron sus fortunas de forma honesta. Bajo el viejo régimen, muchos otros no. Los casos más característicos serán expropiados de sus fortunas y juzgados. A los menos agraviantes les será asignado un mínimo de riqueza para que puedan vivir el resto de sus vidas de forma lujosa sin afectar al soberano. Toda ganancia por encima de este mínimo pasa a manos del Estado a cambio de títulos de nobleza. Los pérfidos van a aceptar este escape y los patriotas estarán felices de ayudar a la vez que conservan sus lujos.

Todas las universidades pasan a estar bajo mando militar al inicio de la reconstrucción. Se suspende toda actividad académica no relacionada a ingenierías, ciencias médicas u otros cursos prácticos. Toda la deuda estudiantil queda anulada. Los departamentos de humanidades, filosofía, derecho y economía serán reformados por la Iglesia y serán reabiertos cuando esta lo considere necesario. Si la Iglesia o el soberano no lo consideran necesario, deja de existir.

Todos los documentos clasificados, así como la información que pueda sacarse de viejos colaboradores, exceptuando documentos militares de importancia estratégica, serán hechos públicos y distribuidos a través de los centros educativos para que sean de dominio público los crímenes del viejo régimen a detalle. No hace falta inventar nada, así de destructivos fueron. Una extensa campaña de revisionismo histórico es imperativa bajo el nuevo régimen. La población nicaragüense necesita desarrollar una mejor relación con su pasado.

Nicaragua debe ser restaurada cultural, arquitectónica e industrialmente. Todo edificio construido en Nicaragua bajo líneas modernistas, comunistas o islámicas será demolido o reformado para, gradualmente, adoptar el estilo colonial hispano.

La producción industrial de comida y ropa, a un grado consistente con la fuerza laboral disponible, quedará prohibida. Al haberse reducido el tamaño del Estado, muchos nicaragüenses necesitarán trabajo. La única forma concebible de suplir la demanda rápidamente es la producción artesanal siguiendo patrones pre-industriales; el honor y la auto-realización sólo pueden encontrarse en trabajos acordes con el potencial humano de cada trabajador. Cualquiera puede ser un albañil, o un carpintero. Nadie tiene por qué ser un autómata de fábrica decimonónico.

El gobierno militar albardista fue pensado como un régimen temporal diseñado para curar a Nicaragua de sus males, no para gobernarla a la posteridad. Su última tarea consistirá en preparar todo para otorgarle el mando a Anastasio III y encontrarle un sucesor (Roberto Somoza -o cualquier hijo que alguno de estos tenga- es buen candidato). Por supuesto que no será algo popular, pero gobernar un país no es un concurso de popularidad ni debería serlo.

A largo plazo, una Nicaragua más fuerte verá la caída de Occidente con tranquilidad, sabiéndose preparada. Ahí enfrentará otros problemas, llevará a cabo objetivos de sentido común a largo plazo (unificar Centroamérica, el retorno a España, la colonización de Cuba, etc.) y en general tendrá que hacerse valer sola.

Con este mando más estable, muchos nicaragüenses dignos aparecerán en todas las áreas; en las artes habrá una explosión sin duda interesante. Tendremos nuevos Daríos, una nueva Vanguardia seguramente. El soberano estará feliz de ayudarles a alcanzar su máximo potencial. Seremos caso de estudio internacional, así como repudiados por lo que quede del culto al liberalismo. Potencia regional como mínimo, imperio pacificador como ideal. Mejor destino no puedo ver.

Lo que quiero que se nos quede es que, fuera de una total redistribución del poder y la riqueza, nada es factible a la hora de crear una nación libre de divisiones, falsas categorías e ideologías perniciosas. La soberanía demanda la nulificación de todas las relaciones y la redistribución periódica de la riqueza para mantenerse estable.

Igual estamos jodidos. Si esto no se ha podido hacer en un país civilizado, acá va a costar el doble. Tengan eso en mente, soñadores o aterrados.

3 comentarios sobre “Un manifiesto político para la resistencia nicaragüense.

    1. Sí, yo estoy consciente de que son liberales, pero eso será un asunto que no pasará de la generación de Anastasio III y Roberto, quienes estando viejos tampoco nos durarán mucho. Los herederos serán educados por la Iglesia y eso, con suerte, eliminará cualquier posibilidad de entrada liberal.

      Gracias por comentar.

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