La igualdad es un falso dios.

Texto traducido y adaptado a partir de un hilo de Twitter, escrito por el usuario Zero HP Lovecraft el 31 de julio del 2018.

Durante una entrevista con Justin Murphy, Meta-Nomad reverberó a Nick Land diciendo:

«Tengo absolutamente cero interés en la emancipación de grupos humanos o de individuos.»

Esta es una declaración potente. Merece expansión.

¿Qué se quiere decir con emancipación? Desde la izquierda es imaginada como un escape de una jerarquía dada. Es la idea de que nadie es mejor que vos y, por tanto, es inmoral estar encima de alguien más. Si nadie está encima de nadie, entonces nadie está encima tuyo, específicamente. Hay cierto atractivo a esta idea, una cierta gratificación de orgullo.

La emancipación, entendida desde la moralidad izquierdista, es idéntica al concepto de igualdad. Es una entrega a un mundo sin jerarquía, es una devoción a la igualdad. Casi nadie piensa críticamente sobre lo que es la igualdad, o qué se tiene que dar a cambio para alcanzar este milagro de «nadie encima de mí». El precio es terrible.

La noción de que todos somos iguales no aguanta ni un momento al escrutinio. Algunas personas son ricas, otras son pobres. Algunas son morales y otras son malévolas, etc. La igualdad no es una idea descriptiva, por tanto, debe ser prescriptiva. Y si la igualdad es una prescripción moral, entonces cualquier cosa que incremente la desigualdad tiene que ser moralmente incorrecta.

Lo siguiente puede que parezca una extrapolación ridícula, pero si la igualdad ha de ser un valor, debe ser un valor terminal. Si no es un valor terminal, acabará fallando enteramente, pues volverá la jerarquía y si le das un centímetro, esta te va a arrebatar un kilómetro. Para que sea un valor terminal sólido, debe sobrevivir a que lo llevemos a su extremo lógico. El extremo lógico de la igualdad es la igualdad total: nadie con alto estatus, nadie con una buena posición moral, ningún gran artista o poeta.

A la igualdad todas las diferencias le parecen nauseabundas; una herida enorme infestada excretando pus. Toda diversidad debe ser sacrificada a la igualdad. Cualquier diferencia es un punto potencial de superioridad, lo que es una entrada ideal para la jerarquía. Para la igualdad no puede existir belleza, pues la existencia de la belleza demanda la existencia de la fealdad, y ninguna calidad puede existir excepto de cara a un contraste. Bajo la igualdad, está mal ser más fuerte, está mal el ahorro, está mal leer libros que te reten, está mal volverse famoso, en especial si es debido a una hazaña ingeniosa o valiente. Hacer cualquiera de estas acciones sería oprimir a alguien con tu superioridad.

Así vemos que la igualdad se hizo para glorificar al débil, a menos que la fuerza no se convierta en una virtud. Debe adorar al feo; véase el arte moderno y la poesía contemporánea. Debe avalar a todos los traidores, pues la lealtad conlleva juicio y el juicio crea desigualdad.

La emancipación de las jerarquías del hombre no es posible porque la naturaleza es roja en diente y garra, y la única emancipación es la emancipación total, la libertad de todas las necesidades materiales, de todo riesgo existencial.

Los izquierdistas inteligentes saben todo esto. Los que son incluso más inteligentes piensan que deben poner un final a la escasez material, quizá a través de algún tipo de comunismo automatizado, o tal vez acelerando la llegada de la singularidad tecno-capitalista…

Pero, ¿entonces qué?

«¡Nadie tendrá que trabajar! Todos seremos libres de hacer lo que queramos.»

¿Y exactamente qué vamos a querer?, ¿qué vas a querer vos? Si hacés algo creativo o ingenioso, vas a estar subvirtiendo la igualdad otra vez. La única opción para preservar la igualdad es el hedonismo puro, con todo el entretenimiento producido por máquinas, de modo que ningún humano pueda tomar el crédito. Incluso los izquierdistas inteligentes no se han dado cuenta que la encima del hombre sigue siendo una situación de desigualdad.

¿O a lo mejor es que la igualdad consiste en algo a alcanzar, de lo cual trascenderemos al instante?, ¿va a estar bien la desigualdad de nuevo, una vez hayamos probado su opuesto?, ¿o acaso vamos reformar a la propia humanidad, de modo que sea trascendentalmente igual, utilizando magia del futuro?, ¿habremos de ser todos la misma persona estampada por la faz de la tierra tantas veces como alcance?, ¿o va a ser una sola instancia? Puede que hasta tengamos pequeñas arpas y flotemos sobre las nubes.

Si alguna vez has querido ser excelente en algo, si has sentido el deseo de ser una mejor versión de vos mismo, has sentido un impulso derechista. El corazón del pensamiento derechista es el deseo de volar. El izquierdista piensa que él es quien alza vuelo, pero su objetivo consiste ineludiblemente en un tipo de caída. No puede haber redención en la igualdad, es un ancla puesta alrededor de nuestros cuellos, némesis del vuelo.

El auto-mejoramiento solamente es consistente visto desde la derecha. El izquierdista, mientras tanto, disputa el concepto de bondad como un golpe de opresión. En la derecha queremos crear jerarquías porque nos dicen dónde queda arriba, cosa que el izquierdista tiene prohibido, estando obligado a ocultarlo y ocultárselo.

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