¿Qué es lo que queremos?

Puede ser que el titulo suene algo filosófico para algunos, pero yo me quiero enfocar en lo realista de la pregunta: ¿Qué es lo que queremos como individuos?, ¿qué es lo que queremos como grupo?, ¿qué es lo que queremos como país?

La pregunta suena hasta algo maliciosa «¿qué es lo que queremos como país?»

Y la respuesta puede ser incluso más maliciosa: queremos oportunidades para todos, queremos vivir, queremos paz. queremos un país próspero, etc.

Todas cosas de bien. Lo más difícil puede ser preguntar: ¿cómo lo conseguimos?

¿Qué es lo que nos impide como individuos obtener esas cosas para nuestro país? He aquí donde la lista de debilidades empieza a hacerse larga: corrupción, políticos ladrones, falta de justicia, falta de democracia, etc.

Aún sin terminar este sinfín de males que nos agobian, podemos darnos cuenta que estos son un reflejo; otra serie de problemas, más a escala individual, termina escalando y convirtiéndose en los pecados ya mencionados. Hablo de vicios, drogadicción, ludopatía, tabaquismo; fracturas en la familia incluso antes, falta de orden en la casa, padres alejados de sus hijos, hijos que le faltan el respeto. Más abajo todavía están las faltas personales, la falta de higiene, de arreglo, de autocontrol.
Podemos culpar a la modernidad de normalizar y promover esa clase de vicios, pero el génesis está en otro lado e, independientemente de su origen, es urgente corregirles porque la lista sigue corriendo. ¿Cómo es posible que le pidamos a una sociedad que cambie para bien si no somos capaces de cambiar nosotros?, ¿cómo podés decir que vamos a cambiar nosotros una sociedad si somos expresión propia de todo lo malo que en ella habita?

Hipócritas. Somos todos Hipócritas de segunda, categorizados por nuestra insaciable necesidad de autoplacer, conectados a computadores, celulares y televisores. Enchufados, sin pena, en la modernidad rampante.

Flagrante mentira esa que inculcaron los progresistas cuando dijeron “es necesario redistribuir riquezas, hay que sacrificar las libertades para poder obtener beneficios, debemos quitarle el derecho a decidir a los jóvenes para que piensen como un grupo, como una masa, y así no habrá nadie encima de nadie”. Qué gran mentira. Qué gran estafa. Y para colmo ellos mismos se pusieron al frente de la robolución, como si el país fuese una caja de arena donde hacer sus orgías. Para que vos, como individuo, sufrás, sufrás por haber nacido hombre, por haber nacido de la raza incorrecta, por seguir lo que tu naturaleza demanda.

Vieron a los comunistas esclavizar a punto de migajas a los más pobres, eliminar cualquier incentivo de mejora individual, cuando se constituyeron los escuadrones de gamberros, lechones del estado, desde nuestra vanguardia dijeron que aquello estaba bien, que era lo mejor para todos.

¿Que se supone que significa eso?, ¿quién es todos? Yo puedo decidir por mí mismo y no necesito de ningún estado que haga de niñera y controle todo aspecto de mi vida por el bien de todos, todos, por supuesto, todos ellos.
Citando a Ayn Rand:

 Puesto que no existe tal entidad conocida como ‘el público’, ya que el público es meramente una cantidad de individuos, la idea de que ‘el interés público’ va por encima de los intereses y derechos privados solo tiene un significado: que los intereses y derechos de algunos individuos tienen prioridad sobre los intereses y derechos de los demás.

Fue la naturaleza la que forjo al hombre fuerte, conquistador de continentes y domesticador de bestias con sus golpes diarios y la lucha constante por la supervivencia. Suplantar la enseñanza de la naturaleza por una estado-niñera no hace más que corromper las ideas innatas del hombre y su constitución en nombre de un castillo volador, una imposibilidad, un sueño de universitarios drogadictos y la cháchara de oportunistas.

El mundo nunca fue para los débiles ni para perdedores. El mundo es para los que pueden ponerse de pie en los momentos más difíciles, salir adelante y nadar en medio de la tempestad.

Ahora más que nunca hay que reconocer la necesidad de limpiarse a uno mismo para crear una sociedad nueva (la actual es causa perdida) y no llorar como maricones cuando las cosas no salgan como uno quiere.

Los romeros de los montes le besan la frente

La estrella y luceros lo bañan de plata

Y el torito que es bravío

Y de casta valiente

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